Siento vacíos
al dividir limbos
ajeno a tu llanto,
por ser voz
o sombra de luna
en mis labios.
Siento lodos
de atisbos
por tantos caminos
sin huellas,
besando silencios.
Sientes mi alma
partirse en pedazos
entre salivas
para explayar
tu vientre.
Sientes mi ser
entre tu nido
y el sol.
Sin embargo,
a pesar de eso
te siento lejos,
muy lejos.
Digo,
y necesito que oigas:
que mis manos tiemblan
como orbes, cerradas
tal puños por gritar
¡Cuánto te amo!
Escucha
cuando leas
que no vivo,
pues no te abandoné
en la antesala
del tiempo,
sólo estaba,
y dormía.
Leo F Zambrano
jueves, 27 de diciembre de 2007
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